En los últimos años se ha estado instalando un discurso peligroso. “Demonizando” al que emprende y obtiene, en buena lid, el tan vilipendiado “lucro”. Desconociendo absolutamente el fenómeno de la creación de valor. Este último concepto es quizás el menos comprendido. Crear valor significa desarrollar algo útil por lo que alguien esté dispuesto a pagar. En el imaginario colectivo está la idea de que eso se debe a un golpe de suerte o un momento de inspiración. El famoso ¡Eureka! del legendario matemático griego Arquímedes. Nada más alejado de la realidad. La penicilina es un buen ejemplo. Alexander Fleming descubrió “casualmente” el fenómeno. Sin embargo, tuvieron que pasar más de 12 años y una serie de estudios complementarios, para transformar el descubrimiento de Fleming en un producto viable, por el que alguien estuviese dispuesto a pagar y usar. Por eso Fleming comparte el Nobel de medicina de 1945 con Boris Chain y Howard Florey.